Kore o la peste de Hades (nunca podré ser Perséfone)


.


[Nota antes de empezar: este video es, creo yo, la forma más resumida y real de expresar eso que siento. Esos gestos, esa incomodidad, ese recelo, ese terror es el que se vive cuando te han roto.]

Aún no sé cómo escribir esto. Debo reconocer que tengo pánico a hacerlo, que d-escribir lo que pasaba y pasó, que ponerlo en palabras es aceptar que fue real y que estoy rota. Es más fácil tenerlo en la cabeza que en el papel (digital o no), los recuerdos pueden ocultarse... puedo seguir haciéndome a la tonta, puedo obligarme a pensar en otra cosa cuando algo de aquello azota mi memoria o mi cuerpo. 

Llevo un par de semanas obviando hacer este post. Llevo toda mi vida obviando quizás no lo que me ha pasado pero sí los traumas, secuelas y depresiones que me ha dejado. A veces puedo hablarlo, contarlo abiertamente... pero no hago otra cosa que objetivizarlo, que ponerlo como un estudio de caso y hacer(me) creer que lo tengo todo resuelto. 

Hace un par de semanas salimos juntos, bebimos, el alcohol liberó mi subjetividad, mis emociones... llegamos a casa... como siempre sucede cuando bebemos, él se acercó, empezó a tocarme como no hacía hace mucho tiempo, yo me paralicé -como siempre-, me alejé, me dormí... Me despertó y nos pusimos a hablar. Me confesó que me ama pero que realmente no sabe cómo acercarse, que no sabe si quiere acercarse. Que también se siente mal, que no le es fácil no poder estar conmigo, y una frase más que me dolió muchísimo y que fue el quiebre de mi aparente resiliencia pero que ahora no puedo recordar, que seguramente reprimí. 

En ese punto asumí que aquel infeliz (y aquellos otros de los que aún me niego a asumir el abuso) me había roto la vida. Que no es como cuando un amiguito te hace tropezar y te deja una cicatriz, que cura, pasa y queda como una anécdota... que lo que pasa es que la mayor parte de mis problemas son secuelas, que aunque no quiera verlo o admitirlo estoy mal y que tal vez nunca logre salir de esto, nunca deje de obligarme a mí misma a ser parte de este círculo vicioso de negación, culpa, vergüenza, depresión. No he dejado de reír, es cierto... a veces me siento inmensa y descaradamente feliz, pero eso es sólo una capa delgada de hielo en la que camino y es demasiado frágil. 

No sé cómo empezar la reconstrucción, no sé cómo dejar de teorizar sobre mí, no sé cómo creer en que la terapia hará algo por mí. No tengo idea cómo librarme de esta dicotomía entre mi cuerpo y mi mente queriendo ser plenos en la sexualidad,  de mis impulsos y mis ganas, frente al asco de mi cuerpo desnudo, a la parálisis, al autosabotaje, al temple, a la represión, a las situaciones de riesgo. No sé cómo carajos disfrutarme y de verdad lo deseo. El abuso no ha hecho que odie todo lo sexual, de hecho soy muy sexual... pero ese disfrute está sólo en mi cabeza y se rompe, se cae y destroza cuando tiene que ir a la práctica.

Necesito un botón de reset de la sexualidad. Necesito poder reiniciar y sentir las cosquillas cuando me dan un beso, sentir la excitación cuando me tocan, poder hacer un juego previo, poder moverme, poder sentir, poder tener un orgasmo, disfrutarlo de verdad... Necesito poder ser pareja también, necesito dejar de ser y sentir que soy el obstáculo para que la persona que me ame tenga una sexualidad plena. Odio ser, sin quererlo, el perro del hortelano que no tiene una vida sexual normal y que se la impide a quien está a su lado. 

Soy Kore, Hades me ha raptado algunos años de mi infancia y me ha quitado el poder saber quién soy. Me ha dejado una peste que no se quita con nada... pero no hay trato, no veo la forma en la que pueda reinar al otro lado de la oscuridad, de este agujero negro que me absorbe y que agotará un día mis máscaras, mi temple, mi teorización, mi estúpida felicidad, que me hará estallar y  habrán más daños colaterales de los que me gustaría.